“…(…) Antes que toda una verdadera categoría de pensadorxs haya llegado a considerar tal organización como posible y como deseable, antes de que fuese adoptada como objetivo por un movimiento que en la actualidad constituye uno de los más importantes factores en las modernas luchas sociales, la palabra anarquía era considerada, por lo general, como sinónima de desorden, de confusión, y aún hoy mismo se toma en este sentido por las masas ignorantes y por lxs adversarixs interesadxs en ocultar o desfigurar la verdad.
No hemos de detenemos a profundizar en estas digresiones filológicas, por cuanto entendemos que la cuestión, más bien que de filología, reviste un marcado carácter histórico.
El sentido vulgar de la palabra no desconoce su significado verdadero, desde el punto de vista etimológico, sino que es un derivado o consecuencia del prejuicio consistente en considerar al gobierno como un órgano indispensable para la vida social, y que, por tanto, una sociedad sin gobierno debe ser presa y víctima del desorden, oscilante entre la omnipotencia de unxs y la ciega venganza de otrxs.
La existencia y persistencia de este prejuicio, así como la influencia ejercida por el mismo en la significación dada por el común sentir a la palabra anarquía, explícanse fácilmente.
De igual modo que todos lxs animales, las personas se adaptan, se habitúan a la condiciones del medio en que vive, y por herencia transmite los hábitos y costumbres adquiridos. Nacidx y criad@ en la esclavitud, hereder@ de una larga progenie de esclav@s,la/ el hombre/mujer, cuando ha comenzado a pensar, ha creído que la servidumbre era condición esencial de vida: la libertad le ha parecido un imposible. Así es como la/el trabajad@r, constreñid@ durante siglos a esperar y obtener el trabajo es decir, el pan- de la voluntad, y a veces del humor de un am@, y acostumbrad@ a ver continuamente su vida a merced de quien posee tierra y capital, ha concluido por creer que era el dueñe, el señor/a o patrona/o quien le daba de comer. Ingenuo/a y sencilla/o, ha llegado a hacerse la pregunta siguiente:
“¿Cómo me arreglaría yo para poder comer si les señores no existieran?”
Tal sería la situación de un humane que hubiese tenido las extremidades inferiores trabadas desde el día de su nacimiento, si bien de manera que le consintiesen moverse y andar dificultosamente; en estas condiciones podría llegar a atribuir la facultad de trasladarse de un punto a otro a sus mismas ligaduras, siendo así que estas no habrían de producir otro resultado que el de disminuir y paralizar la energía muscular de sus piernas. Y si a los efectos naturales de la costumbre se agrega la educación recibida del mismo patrxn, del sacerdote, del maestr@, etc. – interesa@os tod@s en predicar que el gobierno y les am@s son necesari@s, y hasta indispensables-; si se añaden el juez/a y la agente de policía, esforzándose en reducir al silencio a tod@ aquél que de otro modo discurra y trate de difundir y propagar su pensamiento, se comprenderá cómo el cerebro poco cultivado de la masa ha logrado arraigar el prejuicio de la utilidad y de la necesidad del am@ y del gobierno.
Figuraos, pues, que la hombre de las piernas trabadas, de quien antes hemos hablado, le expone l@ médico toda una teoría y le presenta miles de ejemplos hábilmente inventados, a fin de
persuadirle de que, si tuviera las piernas libres, le sería imposible caminar y vivir; en este supuesto, el individuo en cuestión se esforzaría en conservar sus grillos o ligaduras, y no vacilaría en considerar como enemigos a quienes desearen desembarazarse de ell@s.
Ahora bien, puesto que se ha creído que el gobierno es necesario, puesto que se ha admitido que sin gobierno no puede haber otra cosa sino confusión y desorden, es natural y hasta lógico que el término anarquía, que significa la ausencia o carencia de gobierno, venga a significar igualmente la ausencia de orden.
Y cuenta que el hecho no carece de precedentes en la historia de las palabras. En las épocas y países donde el pueblo ha creído necesario el gobierno de uno solo (monarquía), la palabra república, que significa el gobierno de la mayoría, se ha tomado siempre como sinónima de confusión y de desorden, según puede comprobarse en el lenguaje popular de casi todos los países. Cambiad la opinión, persuadid al público de que no sólo el gobierno dista de ser necesario, sino que es en extremo peligroso y perjudicial… y entonces la palabra anarquía, justamente por eso, porque significa ausencia de gobierno, significará para todos orden natural, armonía de necesidades e intereses de todos,libertad completa en el sentido de una solidaridad asimismo completa…” (…)
Enrico Malatesta. (1853-1932)
Más sobre el autor:
http://pt.wikipedia.org/wiki/Errico_Malatesta
EXTRAIDO DE: